Ahora me ves y no recuerdas nada de lo que sucedió, ahora me ves y ni siquiera te preguntas que fue lo que pudo suceder en aquel remoto y pasado viaje a la tierra prometida. En busca de salud mejor vida quisimos compartir. Yo, en cambio, cada ves que diviso tus ojos, tu agonía, tus nervios, y tus ganas, regreso a un pasado que nunca querré olvidar.
Aquel cielo sin estrellas, sobre árboles muertos y rancios, apunto de caer en una hierba mustia y francamente inexistente. Sobrevolamos sueños con manchas marrones, de cuerpos esbeltos y cuellos altos. Sobrevolamos jardines inventados que nuestros ojos no son capaces de ver. También espejos de agua en medio de la sequía impertinente, ecos alargados en voces dispares de seres que gritan ¡libertad! en forma de un rugido infernal y temerario. Al menos es eso lo que imaginamos.
Y me encuentro de tu mano observando un paisaje que probablemente no vaya a volver a ver jamás.