sábado, 30 de agosto de 2014

La esperanza


A veces, en cachitos de la vida uno se vé bloqueado y desesperado, en algunos momentos viejas emociones del pasado resurgen como un relámpago amenazante, haciendonos sentir pequeño. Momento que aprovecharon los miedos para filtrarse a través de las grietas generadas por la culpa y atacar de nuevo la confianza. Sin aliento continuador, uno comienza a sentirse frágil y desnudo. Parece que la vida nos enfrenta a otra gran prueba, un nuevo ensayo para comprobar el nivel de tolerancia ante la frustración y las emociones destructivas.

Hablo de uno de esos momentos, por los que todos pasamos, en los que sentimos que todo se derrumba a nuestro alrededor, en los que nos convertimos en nuestro peor enemigo y nos sentimos culpables, momentos en los que la duda nos abraza, en los que la confianza y la fe en nosotros mismos nos abandona. 

A veces no son hechos realmente trágicos, pero la mente es capaz de magníficar cualquier situación hasta niveles insospechados, es capaz de convertir granos de arena en gigantescas montañas, pequeños eventos en peligrosos monstruos. Son momentos en los que nos encontramos en un cruce de caminos, aunque a veces sólo veamos uno. Por eso es importante aprender a manejar esas situaciones, y que seguramente ya lo hemos hecho con anterioridad.

Nos tenemos que dar cuenta de que tenemos que parar esa hemorragia emocional y recuperar el control. Tenemos que salir de sí mismos para convertirnos en observadores externos. Mirar lo ocurrido desde fuera. Tomar distancia para tener una mejor perspectiva de la situación. Tenemos que tener siempre presente que las situaciones se dan por algo...., por eso cuento... 

Cuando la oscuridad te rodea en pleno día.
Cuando la luz de la esperanza se desvanece en la distancia.
Cuando la soledad se convierte en tu indeseado compañero.
Cuando buscas comprensión y sólo aparece la indiferencia.
Cuando lo has dado todo y nada funciona.
Cuando gritas en tu interior y sólo el silencio te escucha.
Cuando el pasado pesa demasiado y el fururo juega al escondite.
Cuando pierdes lo que más importa, además de la confianza.
Cuando algo tiene que morir, para que algo nuevo vuelva a nacer.
Cuando las cosas vayan mal,
no te vayas con ellas.
Quédate conmigo,
soy la esperanza.

 
Aunque sea duro tienes que alejarte de personas destructivas y tóxicas, porque hay personas que son ladrones de la esperanza. Tienes que buscar gente que te ayude a creer y personas que crean en ella independientemente del entorno tienes que crear tu propio entorno, leer más que nunca, escuchar buenas conferencias, asistir a eventos de networking en donde te encontrarás personas que quieren mejorar y donde podrás encontrar oportunidades y te ayudarán a recuperar la esperanza y la confianza.