martes, 31 de diciembre de 2019

El retrovisor





Hola amigos. Se acaba un año y comienza otro año, el 2020. Decir que para un servidor han sido doce meses increíbles. Y,  para no perder la costumbre, como cada año en los últimos años aprendiendo lo que NO hay que hacer si quieres estar a la altura de la honestidad, honradez y ética profesional, y sí, digo sobre todo profesionalmente hablando por que en lo personal no hay duda.
"Estimados clientes exclusivos y amigos" que me conocéis desde hace ya algún tiempo, quiero agradecer vuestra lealtad y continua confianza en mi trabajo, en mi manera de ver las cosas como profesional inmobiliario y defender siempre la calidad por encima de la cantidad y mediocridad. Gracias por confiarme siempre vuestros productos inmobiliarios y vuestro reconocimiento a mi labor. Sin vosotros no sería posible mi desarroyo y crecimiento profesional y personal, sin vosotros nada sería igual. 
También agradecido a mis colaboradores, personas que están a mi lado en todo momento y que participan de la mejor forma con coherencia y honradez en los pasos que damos juntos para que todo fluya con seguridad y conocimiento de los trabajos que realizamos.
Trabajo para hacer la vida de la gente más fácil y sencilla sin vacilaciones de ningún tipo y cobro por lo que hago, por lo que sé, por mi dedicación solvente y trasparente en la profesión que tanto quiero y respeto. En este año que termina se cumplieron 25 años en la brecha dandolo todo por el bien de mis clientes, "exclusivos clientes". No es fácil, no ha sido fácil, sobre todo cuando has coincidido con tramposos, traidores, tiranos y vividores del cuento. Pero todo se supera, todas esas malicias que están deambulando por el sistema actual metidas en una botella de cristal con tapón de corcho para la basura del reciclaje quedan en el pasado…. también de esas historias hemos aprendido. Ciertas cosas del presente se entienden mejor aplicando el retrovisor.
Muchas gracias a mi familia que hacen mucho más facil el día a día para seguir en la bonita experiencia de la vida y las ilusiones.
Recuerda; La gente herida hiere gente. La gente curada cura gente. La gente amada ama gente. Las personas que cambian para bien, cambian gente. Las personas amargadas amargan personas. Por eso la recomendación de la vida es; rodéate de aquellas personas que te permitan vivir en paz. Y huye de las personas que apagan tu sonrisa.

Un abrazo grande para todos y todas. A.Y.

 
Puerta del Sol Madrid. feliz año 2020 para TODOS, todos los días del año. ;)


viernes, 29 de noviembre de 2019

El TREN



Hola amigos blogueros, hoy estaba pensando en las oportunidades que nos ofrece la vida, y me viene a la mente la gran parábola del tren de la vida con esas ofertas que nos ofrece continuamente diferentes oportunidades que a veces dejamos pasar, otras las aprovechamos lo mejor que podemos y sabemos. Esta convivencia es una más, podemos quedarnos mirando como pasa el tren de la vida a nuestro lado, o podemos subir al tren e implicarnos, dando todo lo que tenemos, lo mejor que tenemos.


Lee detenidamente esta parábola y al final comenta qué te sugiere y comenta cómo te manejas en el tren de tu vida.

Un tren avanza, espléndido y veloz, hacia su destino. Corta los campos como una flecha. Penetra las montañas. Traspasa los ríos. Cruza las ciudades se desliza como una serpiente mecánica, sin obstáculos. Su forma, su color, su velocidad: todo a la perfección.
Dentro del convoy tiene lugar el desarrollo de un drama: el drama de la humanidad. Gente de toda raza. Gente que conversa y gente que calla. Gente que trabaja y gente que dormita. Gente que Contempla el paisaje. Gente que negocia, preocupada. Gente que nace y gente que muere. Gente que ama y gente que odia secretamente. Gente que hasta discute la dirección del tren: ¡el convoy tomó una dirección equivocada! Gente que cree haberse confundido de tren. Gente que protesta. incluso, contra el tren mismo: "¡No debiera haberse construido ningún tren, puesto que...!" Gente que proyecta trenes más rápidos. Gente que acepta el tren agradecida, disfrutando y celebrando sus ventajas. Gente que no se hace problema: sabe que llegará con seguridad a su destino.
¿Por qué preocuparse? Gente que corre nerviosa, hacia los vagones de cabeza:
¡quisiera llegar más aprisa! Gente contradictoria, que va en dirección opuesta a la del convoy, caminando absurdamente hacia el vagón de cola: ¡quisiera huir del tren!
Y el tren sigue corriendo, impasible, hacia su prefijado destino. Transporta pacientemente a todos, sin distinguir entre el amargado y el comprometido. Ni deja tampoco de transportar gentilmente a sus contradictores. A nadie se niega. Y a todos ofrece la oportunidad de realizar un viaje espléndido y feliz, así como la garantía de llegar a la ciudad del sol y del descanso.
El viaje es gratis para todos. Nadie puede salir ni evadirse. Se vive dentro del tren. Y ahí es donde se ejercita la libertad: se puede ir hacia adelante o hacia atrás: cabe modificar los vagones o dejarlos intactos: se puede disfrutar del paisaje o aburrirse con los vecinos: es posible aceptar gustosamente el tren o rechazarlo con acritud. Mas no por eso deja el convoy de correr hacia su infatigable destino ni de cargar cortés y gentilmente con todos.

Agradecido a todos vosotros por el solo hecho de leer en mí blog, en particular a esos amigos y amigas que me escriben dando su opinión y comentando lo leído, gracias de corazón a todos. Un abrazo. A.Y

jueves, 31 de octubre de 2019

El poeta irreverente



Aquel día, como era habitual, salió de su casa al atardecer y caminó sin prisa hasta el café cercano frecuentado por él desde hacía mucho tiempo. Le pareció extraño que a esa hora el lugar permaneciese aún desierto y mal iluminado. Ordenó lo de costumbre: el café cortado y el vaso de agua. Le costó reconocer a la camarera, parecía no ser la misma, sin su sonrisa contagiosa y conversación amena. Simplemente acogió su pedido y se retiró de inmediato. Sorprendido, reparó en un hecho inusual, perturbador: al fondo del recinto habían emplazado un improvisado escenario, prácticamente en penumbras, que apenas daba cabida al orador, una figura fantasmagórica declamando lo que semejaba un poema.  El hombre gesticulaba enfatizando algunas palabras encendidas, desafiantes. Apareció la camarera y le pidió que la disculpara: debía esperar hasta que el orador concluyese su ya extenso recitado, a esas alturas, una expresión de rebeldía apenas perceptible. Exhausto, finalmente se desplomó sobre el escenario. Se acercó con cautela y comprobó con espanto que el personaje muerto era su viejo amigo, el poeta irreverente, esfumado un día sin dejar rastro alguno. El único testigo era él. La camarera ya no estaba y el café permanecía en la oscuridad y vacío.


Amigos, este es un microrrelato del gran contador de historias Don. Manuel Pastrana Lozano... comparto con vosotros para disfrutar su lectura e intriga. ;)