martes, 24 de diciembre de 2024

Reflexiones de un Aprendiz en el Maravilloso Mundo Inmobiliario

 

 

Feliz Navidad

Este año he celebrado los treinta años en la profesión sin parar, la mayoría del tiempo a sido y es en la actualidad de autónomo, ya sabes, no te enfermes que no comes.

El mundo donde me muevo, el del asesoramiento inmobiliario, está lleno de maravillas y lecciones que la vida me regala a diario. A lo largo de mi trayectoria, he tenido la fortuna de descubrir no solo los secretos de una profesión dinámica y desafiante, sino también a personas extraordinarias que han enriquecido mi camino. Por supuesto, también he encontrado individuos menos afines al trato cordial y afectivo, pero incluso de ellos he aprendido lo que nunca se debe hacer. Este viaje me ha mostrado la importancia de la confianza, ese hilo invisible que conecta corazones y mentes hacia un objetivo común.

El aprendizaje constante es el pilar de mi desarrollo profesional. Cada día me revela algo nuevo: lo correcto y lo incorrecto, las mejores prácticas y los errores que debemos evitar. En este mundo, la clave del éxito radica en mantenerse fiel a unos valores sólidos: humildad, criterio propio y honestidad. Representar estos principios no es solo un compromiso, sino un honor que marca la diferencia en una profesión donde a menudo se lidia con intereses opuestos. Mi misión es ser un puente entre esos actores divergentes, ayudándoles a alcanzar un fin común sin perder de vista la lealtad al compromiso de la transparencia y la eficacia.

El trabajo bien hecho no solo trae consigo satisfacción, sino también la gratitud de quienes confían en uno. Cada paso dado en este camino me ha permitido crecer como profesional y como persona. A veces, me siento como un pequeño grano de arena en este vasto mundo, pero ese diminuto grano tiene su valor y su lugar. Y eso, en sí mismo, me llena de orgullo y de alegría por lo que he logrado.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a todas las personas que han estado a mi lado durante estos años: clientes, colaboradores, compañeros, amigos y familiares. Sin vuestro apoyo, este camino habría sido mucho más difícil. Me impulsa la ilusión de un futuro mejor, una esperanza que nunca se extingue. En este viaje, lo importante no es solo llegar a la meta, sino disfrutar y aprender en cada etapa.

Desde el corazón, os deseo a todos una muy Feliz Navidad. Que esta época del año nos recuerde la importancia de la bondad, la gratitud y el amor. Un fuerte abrazo para todos.

EL APRENDIZ

 

 

jueves, 7 de noviembre de 2024

¡¡ECOS DEL CAMINO, LUCÍA!!

 

El Camino

 

Lucía siempre había sentido que vivía atrapada en una niebla espesa, como si su vida se desarrollara detrás de una cortina invisible que la separaba de los demás. Desde pequeña, su mundo estuvo marcado por las sombras de recuerdos dolorosos: gritos, miradas frías, silencios cortantes y noches interminables de soledad. La infancia no había sido un refugio, sino un laberinto lleno de amenazas, y en cada recodo de sus recuerdos quedaba una cicatriz más.

Ya en su adolescencia, Lucía buscó desesperadamente algo que la rescatara de esa sombra que siempre la envolvía. Pero el amor, o lo que ella creyó que era amor, también le mostró su rostro más cruel. Se entregó a personas que no entendían su fragilidad y que, en lugar de cuidarla, la hicieron añicos. Cada relación era una herida más en su ya herido corazón, y cada decepción la sumergía más en una realidad que sentía ajena. Empezó a creer que el mundo era un lugar hostil y que ella, tal vez, merecía cada golpe recibido.

Al llegar a la adultez, el peso de esos recuerdos y experiencias se había convertido en una especie de prisión invisible. Su vida se había convertido en una rutina mecánica: levantarse, ir al trabajo, regresar a casa y, al final del día, enfrentar los interminables pensamientos que la mantenían en vela. En el fondo de su mente, sin embargo, sentía que su vida no debía ser así, que quizá existía otro camino, otro universo donde su historia no fuera sólo un eco de dolor y silencio. A veces tenía visiones de esa otra vida: una en la que se sentía libre, en la que sus pasos no estaban acompañados por el miedo. Era como si viviera atrapada entre dos realidades paralelas, una donde reinaba la tristeza, y otra, apenas visible, donde podría habitar la paz.

Los días pasaban y Lucía cada vez se sumergía más en esa especie de mundo alterno. Soñaba despierta con una versión de sí misma que no estaba rota, que caminaba segura y fuerte, que podía mirarse en el espejo sin evocar cada golpe y cada lágrima que la había marcado. En ese otro mundo, la voz que la despreciaba en su cabeza estaba en silencio, y sólo existía el murmullo suave de una vida tranquila. Pero al regresar a su realidad, la esperanza desaparecía, y se encontraba de nuevo atrapada en sus propios recuerdos, en ese lastre pesado de experiencias que llevaba sobre los hombros.

Fue durante una noche especialmente oscura, cuando el silencio se volvió insoportable, que Lucía decidió escribir una carta. En ella, escribió a esa otra Lucía, a la que vivía en esa realidad sin dolor, y le pidió que le enseñara a encontrar la paz. La carta era una súplica desesperada, una manera de buscar respuestas en el único lugar donde todavía veía algo de esperanza. Al terminar, dejó la carta en su mesa de noche y se durmió con los ojos aún húmedos.

A la mañana siguiente, al despertar, sintió algo diferente. La carta seguía ahí, intacta, pero algo en ella había cambiado. Era como si una pequeña parte de esa otra realidad, de esa otra Lucía, hubiera comenzado a filtrarse en su vida. No tenía explicación para lo que sentía, pero, por primera vez en años, había una leve brizna de calma en su interior. No era mucho, pero era un comienzo.

Desde entonces, Lucía comenzó a escribirle todos los días a esa versión de sí misma, la versión que habitaba en el mundo de paz y calma. En cada carta, exploraba sus miedos, sus traumas, su dolor, y poco a poco, sentía que estaba haciendo las paces con su propia historia. Empezó a entender que, aunque el pasado había sido cruel y la vida dura, tenía la opción de forjar su propio destino. Tal vez, esa otra Lucía nunca había sido una persona diferente, sino la Lucía que ella podía llegar a ser.

Con el tiempo, esas cartas se volvieron un ritual de sanación, una especie de puente entre esas dos realidades. La línea entre lo que había sido y lo que podía ser comenzó a desdibujarse. Lucía aún llevaba sus cicatrices, pero dejó de verlas como un castigo. Poco a poco, empezó a sentir que podía pertenecer a este mundo, que podía transformar su dolor en algo más, y que quizá, después de todo, merecía la paz.

Y así, Lucía comenzó a construir su propia vida, aprendiendo a valorar cada paso que daba, porque cada uno de ellos era una pequeña victoria contra los fantasmas de su pasado. La otra realidad, la otra Lucía, se desvaneció con el tiempo, no porque fuera inalcanzable, sino porque, finalmente, Lucía había aprendido a vivir en paz consigo misma.

La esperanza está en el camino

 

PSD: Mi relato dedicado a una persona a la que quiero mucho, le deseo todo lo mejor para que consiga remontar el vuelo y sentirse libre y en paz. AY

martes, 8 de octubre de 2024

Oxi: La Partida de un Guardián Eterno

Oxi Querido
 

En la vida de una casa se entretejen las historias de quienes la habitan, y cuando un gato se cruza en ese destino, las paredes mismas parecen susurrar su presencia. Oxi llegó a nuestras vidas con la ligereza de un soplo de viento y, sin embargo, con una fuerza invisible que lo convirtió, sin que nos diéramos cuenta, en el corazón silencioso de nuestro hogar.

Desde el primer día, su mirada profunda nos traspasó, como si en esos ojos se escondiera la sabiduría de los siglos. Con Tina y la Reina —madre de Tina—, Oxi no era solo un compañero; era un guardián silencioso que, en su mutismo felino, nos dio lecciones de vida más allá de lo que las palabras podrían enseñar. Se movía con una elegancia que solo los seres destinados a la eternidad poseen, y en cada gesto cotidiano había una complicidad que nos unía más allá del lenguaje.

Cuando el sol de la tarde entraba por las ventanas y llenaba la casa de una luz suave, era habitual encontrar a Oxi vigilando desde su rincón favorito, como si estuviera atento no solo a lo visible, sino también a lo que se escondía en los pliegues del tiempo. En esos momentos, podías sentir que nos protegía, no de algo tangible, sino de los miedos que acechan en las sombras del alma. Oxi nos enseñó a entender el paso del tiempo sin miedo, a aceptar que los días vienen y van como las estaciones, y que lo importante es lo que sembramos en cada uno de ellos.

Durante esos 15 años, su compañía se transformó en un lazo invisible que nos sostuvo en los momentos difíciles, y en los días felices, su presencia era el testigo silencioso de nuestra alegría. No necesitaba hablar para hacernos entender que nos entendía, que conocía cada una de nuestras emociones, que era parte de nosotros. Solo le faltaron las palabras para que la comunicación fuera perfecta, pero nunca fueron necesarias: en la mirada que compartíamos, ya lo decíamos todo.

Y entonces, sin previo aviso, llegó el momento que Oxi había comprendido mucho antes que nosotros. Se fue con una dignidad que solo los grandes espíritus poseen. En ese último gesto, cuando apoyó su pequeña cabeza en mi pecho, sentí el peso de los años compartidos y, al mismo tiempo, la ligereza de su partida. Me miró con la calma de quien sabe que su tiempo ha llegado, pero también con la ternura de quien quiere consolar a quien queda atrás. En su último suspiro, me dijo, sin palabras, que no temiera. Que la eternidad lo esperaba y que él la aceptaba con valentía.

Se fue sin rechistar, en silencio, como vivió. Fue su decisión, tomada con la sabiduría que siempre tuvo, y yo no tuve más que comprenderla, respetarla. Su fortaleza me dejó una lección final: hay lagrimas y desconsuelo, pero es verdad que hay momentos en los que el adiós es un acto de amor. En nuestra casa, Tina, la Reina y yo quedamos con el corazón agradecido, sabiendo que Oxi, en su silencioso andar, había llenado nuestras vidas de luz.

Oxi, no te has ido, no del todo. Sigues aquí, en cada rincón de nuestra casa, en cada rayo de sol que entra por las ventanas, en cada sombra que se desliza por los pasillos. Tu huella invisible ha quedado para siempre, y en nuestros sueños, te seguiremos viendo, con esa mirada tranquila que nos lo decía todo.

Gracias por estos 15 años de lecciones, de amor, de protección. Te seguiremos queriendo, Oxi, más allá del tiempo. Y en cada latido de nuestros corazones, tu nombre resonará, eterno.

Oxi nuestro guardián

 

jueves, 19 de septiembre de 2024

Mi Camino

Gritando el Silencio
 

He seguido mi camino siempre con la vista fija en las metas que me he propuesto, buscando cumplir mis sueños sin olvidar nunca quién soy ni de dónde vengo. A lo largo de este viaje, he enfrentado los inevitables obstáculos que la vida me ha presentado, algunos de ellos provenientes de personas muy cercanas. Sin embargo, jamás me he rendido. A pesar del ostracismo manifiesto y los mensajes negativos, incluso insultantes, que he recibido, no he permitido que esa negatividad me arrastre hacia la destrucción o el odio.

Al contrario, estoy agradecido por todo ello, porque lo que para algunos podría haber sido un freno, para mí ha sido un motor de amor y dedicación hacia mí mismo. Esa adversidad no tiene precio, ni el mejor psicólogo podría haberme enseñado más. Gracias a esa conducta externa, hoy soy más fuerte y más consciente de quién soy.

A todos aquellos que han intentado frenarme o herirme, solo puedo decirles que, a pesar de todo, yo sí os quiero. Y eso, lo siento, no lo podéis controlar.

Soy dueño de mi amor, de mi paz y de mi propio crecimiento.

 

POSDATA: Estimados amigos blogueros. Aquí os comparto este pequeño fragmento de mi libro "Lucha en Silencio", una obra que ha superado todas las expectativas que alguna vez soñé. Me está llevando a una liberación más profunda, racional y lógica, acercándome cada vez más a la auténtica libertad interior. Gracias. A.Y