De la Ilusión al Objetivo se necesita esfuerzo |
La ilusión sirve para no rendirnos, para llenarnos de
aliento y empujarnos a conseguir nuestros objetivos a largo plazo. Con el paso
de los años parece como si el depósito de nuestras ilusiones se fuera agotando.
Esta sensación está asociada a la experiencia. Las cosas no nos hacen la misma
ilusión cuando las hacemos por primera vez, que cuando la repetimos muchas
veces. Por eso las ilusiones hay que renovarlas.
El problema de las ilusiones llega cuando no sabemos
conformarnos, es decir, cuando construimos nuestro objetivo sobre expectativas
de las que dependen directamente nuestra felicidad o nuestra autoestima y que,
si no las conseguimos, nos hacen sentir mal. Por eso, debemos motivarnos,
ilusionarnos sin despegar mucho los pies del suelo.
La ilusión conecta con los sentimientos más positivos del
ser humano y es contagiosa. Recurrimos a ella para sentirnos mejor, para
alcanzar algo que nos hace feliz. Eduardo Punset argumenta que “en el
hipotálamo del cerebro está lo que los científicos llaman circuito de la
búsqueda. Este circuito, que alerta los resortes de placer y de felicidad, sólo
se enciende durante la búsqueda y no durante el propio acto.
En la búsqueda, en la expectativa, radica la mayor parte de
la felicidad”. Dice Gilbert Keith Chesterton que “hay algo que da esplendor a
cuanto existe y es la ilusión de encontrar algo a la vuelta de la esquina”. La
ilusión aviva nuestro sentimiento de felicidad por eso es algo que debemos
cultivar.