Estimados lectores que pasáis por aquí. Llega el final de un año y con él siento la necesidad profunda de agradecer. Agradecer todo lo vivido, lo bueno y también aquello que no lo fue tanto, porque cada experiencia ha dejado una huella y un aprendizaje.
Ha sido un año lleno de cosas hermosas, de acontecimientos inesperadamente buenos, de momentos que me han recordado que la vida, cuando quiere, sabe sorprender. Pero no ha sido un camino exento de dificultades. Han existido situaciones desagradables, conductas de personas que nunca deberían darse entre seres humanos, ya sean familia o no. He aprendido que hay cosas que están fuera de mi control, y por ello también agradezco que existan personas tóxicas: porque me han hecho más fuerte, más consciente y más sensible a aquello que jamás debería repetirse entre personas.
Agradezco profundamente que, a pesar de las dificultades de salud de mi padre, un año más esté conmigo aquí, en Madrid, compartiendo la tranquilidad y el sosiego familiar. La vida se va yendo lentamente, pero hay momentos en los que el ritmo se acelera y entonces comprendemos cuán frágiles podemos llegar a ser. Esa fragilidad nos despierta, nos coloca frente a lo esencial.
En este cierre de año también quiero expresar mi gratitud a la editorial Letra Minúscula, por confiar en mí y ayudarme a publicar mi primer libro de poemas y relatos. Era Semilla ha sido, en tan solo tres meses, una fuente de sorpresas tan agradables como inesperadas. El éxito de ventas en este corto periodo y, sobre todo, la aceptación de quienes han adquirido la obra, me desbordan emocionalmente.
No voy a entrar en cifras —que para mí ya resultan abrumadoras—, sino en algo mucho más valioso: que Era Semilla haya despertado curiosidad en tantas almas. Agradezco de corazón las muestras de cariño, los mensajes de felicitación, el reconocimiento y el afecto de cada lector que ha encontrado algo propio entre sus páginas, un pequeño reflejo de mis vivencias compartidas con honestidad.
Mi mayor deseo es que esta obra ayude a otras personas a sentir, en lo más profundo, que de todo se puede salir. Que entiendan que, aunque haya quienes no te quieran o te desprecien, no merece la pena gastar ni un solo minuto tratando de convencer a nadie de tu historia. Cada uno de nosotros tiene la suya, y no conozco ninguna que sea perfecta. Todos erramos, todos fallamos y todos acertamos. Cada cual cree y acepta lo que le resulta más conveniente.
Yo tengo mi historia. No la rehuyo. La afronto. Trato de comprender lo que ocurre para no caer.
Desde aquí deseo a todo el mundo un feliz año
2026. Que la salud física y mental sea la prioridad de todos. Que las buenas
relaciones, sin dobleces ni máscaras, reabran senderos de entendimiento y
fraternidad.
Y que todo, absolutamente todo, se haga con amor.


