viernes, 7 de diciembre de 2012

LA MUDANZA

El darme cuenta de la urgente necesidad de que se produzca un cambio radical en mi conciencia si quiero no destruirme a mi mismo. Esta necesidad urgente debo comprender que es el emerger de mi nueva conciencia que haga de mi vida más iluminada y creativa. Cambiar de el lugar de residencia de un sitio a otro es uno de los acontecimientos que más estrés supone, especialmente si la mudanza se produce por alguna circunstancia negativa, como por ejemplo una separación o el traslado laboral a un lugar que no nos agrada.


Yo he experimentado algunos y me ha resultado más fácil mudarme cuando en el nuevo lugar ha habido algo positivo esperando. Aun así el proceso suele ser agotador, tanto por el trabajo que supone como por las emociones que se generan antes, durante y después de la mudanza.

Una vez que la decisión de mudarse está tomada y que tenemos la fecha para el traslado, comienzan las gestiones. Es sólo el principio. Hay que prepararse mentalmente y físicamente para todo lo que llega. 

Se deben tomar decisiones temporales y otras que sabes que son para siempre... como por ejemplo el reciclaje de objetos y cosas que debes destruir para no arrastrarlas a tu más inmediato presente y que este sea el muro del futuro.  Se decide comenzar de nuevo, sin llevar a cuestas aquellas melancolías en forma de fotografía, carta, documento, figura decorativa que en algunos de los casos has guardado y que esperas volver a compartir con quien ya no está en tu vida por decisión propia. 

En mi última mudanza me despojé por siempre de todo aquello que suponía el regreso al pasado. Por ello siento un nuevo renacer en mí. Y aunque quedan algunos detalles por decidir lo bueno de todo esto es que la transformación consiente es clara. Algo que me hace reír al verme despojado de tanta melancolía inútil de llevar. 

Las etapas van pasando y el descubrimiento que he hecho al soltar aquellas fotos pasajeras y muertas en el tiempo (no por quererlo), si no por que las personas que allí estaban odian haber estado, "al menos eso parece". Las cartas amarillas y pegadas en sus frases ilegibles y tenues parecen decirme adiós definitivamente. Creo que algún día pensé en ser coleccionista profesional de bolígrafos, cajas de cerillas y mecheros publicitarios por la cantidad indigente de estos objetos que allí quedaron. Libros sin leer enciclopedias perdidas entre las tinieblas de una vida que no soñé. 

El alma llora al desprenderse de aquella historia que llegó a matar la ilusión de este soñador, de ese cabalgar por diferentes vidas entre el alambre y el vacío. Al fin recupero el sentido me doy cuenta que solamente poseo una vida, la que ahora mismo tengo, la que me hace feliz la que marca la diferencia entre el antes y el después. Es en el ahora dónde estoy y con quien quiero estar. 

En la mudanza intento comprender que el lenguaje de la vida simple y claro del camino, la verdad y la luz está dentro de mí. Este traslado a nuevas servidumbres y responsabilidades llevan implícitas las oportunidades que se me irán presentando en cada resplandor del joven amanecer.

Los cuadros también vienen con nosotros
Será la nueva paz interior que nace en el recién estrenado hogar cuando se renuncia a la resistencia mental emocional y tomo conciencia de la esencia del momento presente. Haciendo borrón y cuenta nueva desoyendo las voces del pasado frívolo que algunas gusta recrear en cada recordar que tienen de mi. A. YanesS.

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