lunes, 22 de septiembre de 2025

Un abrazo para la eternidad

Carmenza
  

Desde hace unos días estoy triste. Las rosas rojas que te ofrezco parecen pequeñas frente a la magnitud de lo que siento. Las dejo, humildes, como símbolo de amor ante el alma de una mujer única, incisiva y tenaz. Una hermana que vivió con una fuerza arrolladora, luchando desde lo más profundo por ofrecer lo mejor a quienes amaba. Tu ironía aguda, tu mirada clara, tu carácter firme... así dominabas el mundo, dejando siempre huella.

Tu partida no borra tu presencia. Al contrario, tu eco permanece en mí, constante, como una voz que resuena desde la memoria.

Nuestra niñez fue un territorio vasto, un llano extendido bajo cielos infinitos en la Rosa, Villa de Mazo. Allí crecimos: entre juegos, travesuras, risas y algunas lágrimas. Todo está grabado en mi alma, como un mural lleno de momentos compartidos. Aprendimos juntos lo que bien pudimos. Crecimos a la par. Y siempre, siempre que nos distanciamos supimos volver al amor que nos unía.

Ahora te has ido físicamente, hermana mía. Ya no puedo abrazarte ni oír tu risa tus desalientos, los te quiero, tus penas tus preguntas sin respuesta, pero te siento conmigo de una manera nueva. Sé que ahora vuelas libre, en paz, más allá de este mundo que tantas veces fue injusto, pero también generoso contigo, aunque tu no lo notaras no lo interpretaras como tal. Ahora has hallado descanso, me costará soltarte.

Te prometo que estarás siempre conmigo. En mis pensamientos, en cada rincón de mis días. Te guardo en lo más hondo del corazón, allí donde el amor trasciende el tiempo, donde no existen despedidas.

Este es un abrazo que lanzo hacia la eternidad, querida Carmenza. Un abrazo lleno de todo lo que fuiste y serás para mí: amor, diferencia, memoria, gratitud. Te seguiré queriendo aquí, ahora y siempre.

Hasta que volvamos a encontrarnos. A.Y

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario