Amigos míos
la amistad es sinónimo de amor. La amistad es confianza, honradez, complicidad,
saber aceptar los defectos y cualidades de la otra persona, saber escuchar,
encontrar soluciones en caso de dificultades, saber a quién confiar ciertas
cosas de nuestras vidas, … Es una comprensión sin necesidad de hablar, es poder
compartir las alegrías, las penas, las lágrimas, los pequeños finales de
felicidades, las dudas,… En definitiva: la amistad es una bella mezcla de
sentimientos. Aquí os comparto este bonito cuento-relato sobre la
representación de cada uno de nosotros a través de los colores. Una reflexión
para la esperanza... AY
Un día,
todos los colores del mundo empezaron a discutir entre ellos, ya que cada uno
pretendía ser el mejor, el más importante, el más bello, el más útil, el
favorito de todos.
El verde
afirmó: “Soy el más esencial, es innegable. Represento la vida y la esperanza.
He sido escogido como la hierba, los árboles y las hojas. Sin mí, los animales
morirían. Mirad el campo y veréis que soy el que más presente está.”
El azul tomó
la palabra: “Tú sólo piensas en la tierra, pero olvidas el cielo y el océano.
Es el agua la base de la vida. Y el cielo nos da el espacio, la paz y la
serenidad. Sin mí, ninguno de vosotros seríais nada.”
El amarillo
se rió ante esas palabras: “Que gracia que me hacéis los dos. Yo aporto la
risa, la alegría y el calor al mundo. La prueba es que el sol es amarillo, al
igual que la luna y las estrellas. Cada vez que miráis un girasol, él os
demuestra que yo soy la vida. Sin mí, no habría ningún placer en esta tierra.”
La naranja
elevó su voz entre el tumulto: “Soy el color de la salud y de la fuerza. Tal
vez me ven menos a menudo que a vosotros, pero soy útil para las necesidades de
la vida humana. Transporto las vitaminas más importantes. Pensad en las
zanahorias, en las calabazas, en las naranjas, en los mangos, en las papayas, …
No estoy presente todo el tiempo, pero cuando coloreo el cielo en los
amaneceres o atardeceres, mi belleza es tal que se fija ya en vosotros, sólo en
mí.”
El rojo que
se había mantenido al margen hasta ese momento, tomó la palabra alto y fuerte:
“Yo soy el jefe de todos los colores, porque soy la sangre, la energía de la
vida. Soy el color del peligro y de la valentía. Siempre estoy dispuesto a
pelearme por una causa. Sin mí, la tierra estaría tan vacía como la luna. Soy
el color de la pasión y del amor, de la Rosa roja, de la Poinsetia y de las
Amapolas.”
El púrpura
se levantó y habló dignamente: “Yo soy el color de la realeza y del poder. Los
reyes, los jefes y los obispos siempre me escogieron porque soy el signo de la
autoridad y de la sabiduría. La gente no me interroga: me escuchan y obedecen.”
Finalmente,
el índigo tomó la palabra, con mucha más calma que los demás, pero con la misma
determinación: “Pensad en mí. Soy el color del silencio. Quizás no me hayáis
visto, pero sin mí seríais insignificantes. Represento el pensamiento y la
reflexión, la sombra del crepúsculo y las profundidades del agua. Me necesitáis
para el equilibrio, el contraste y la paz interior.”
Y así los colores continuaron jactándose, convencidos cada uno de ellos de su propia superioridad. Su disputa se hizo cada vez más fuerte. Pero de repente, un relámpago apareció en el cielo y el trueno gruñó. La lluvia comenzó a caer fuerte. Inquietos, los colores se acercaron unos a otros para sentirse seguros.
Y así los colores continuaron jactándose, convencidos cada uno de ellos de su propia superioridad. Su disputa se hizo cada vez más fuerte. Pero de repente, un relámpago apareció en el cielo y el trueno gruñó. La lluvia comenzó a caer fuerte. Inquietos, los colores se acercaron unos a otros para sentirse seguros.
Y en medio
del clamor, la lluvia tomó la palabra: “¡Idiotas! ¡No dejáis de discutir y cada
uno intenta mandar sobre los demás! ¿¡No sabéis que cada uno de vosotros
existís por una razón especial, única y diferente? ¡¡Juntad vuestras manos y
venid conmigo!!” Los colores obedecieron y unieron sus manos.
Y la lluvia
prosiguió: “De ahora en adelante, cuando llueva, cada uno de vosotros
atravesará el cielo para formar un gran arco de colores y demostrar que podéis
vivir juntos en armonía. El arco iris es un signo de esperanza para la vida. Y
cada vez que la lluvia lave el mundo, un arco iris aparecerá en el cielo, para
recordar al mundo que debemos amarnos los unos a los otros. “
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